“Todo  está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la Historia….”
León Gieco.

La Educación Especial en Uruguay nació en el reconocimiento del derecho a la educación de grupos minoritarios, en el primer cuarto del siglo XX cuando se crearon:

  • El Instituto Nacional de sordo-mudos. (1910)
  • La escuela al aire libre para niños y niñas débiles. (1913)
  • Las clases diferenciales para niños y niñas con retardo mental. (1917)
  • La primera Escuela Auxiliar  que luego fuera Escuela de Recuperación Psíquica. (1929)
  • La Escuela Hogar para niños con conducta irregular. (1930)

El impulso sistemático a estos últimos emprendimientos se debió a Emilio Verdesio   y  se cristalizó con el apoyo del laboratorio de psicopedagogía a cargo del Profesor Sebastián Morey Otero. También constituyen obra de Verdesio, la creación de las “clases de ortofonía”, el preventorio escolar para niños débiles que necesitaban proximidad con la playa y clases para niños  “bien dotados”.

En el año 1985 se inició una re-estructura integracionista en Educación Especial en la cual se creó la figura del Maestro de Apoyo itinerante y se fortaleció el rol del Maestro de apoyo en la escuela común con el propósito de favorecer la integración escolar de niños y niñas con problemas para aprender y discapacidad.

En este marco, en el año 1989, en convenio con UDELAR, se inauguró el Centro No 231, primer espacio educativo para alumnos con estructuras psicóticas de personalidad (entre los que se incluyeron a los alumnos hoy denominados con TEA).

El pensamiento pedagógico después de esta re-estructura fue superar las prácticas  de segregación y avanzar hacia  la integración. Pese a los avances, estos desafíos aún se mantienen hoy cuando nos encontramos con uno nuevo: avanzar en consonancia con el reconocimiento de derechos haciendo realidad, políticas educativas de inclusión y atender los problemas para aprender en el marco de transformaciones sociales profundas que inciden en el desarrollo de las infancias.

El nacimiento de la Ed. Especial a comienzos del siglo XX, acontece en un momento de nuestra historia, en que  se  profundiza en una moral laica, pero de preocupación por la formación del ciudadano y la ampliación del sistema educativo. Se vislumbra en las expresiones de sus protagonistas de entonces, un pensamiento aún de plena vigencia para Educación Especial: “La obligación del Estado frente al niño, cualquiera sea su  variación individual es siempre la misma; educarlo de acuerdo a su naturaleza y valorar al máximo su personalidad. Y para dar satisfacción a estos  propósitos, hay que recurrir a la educación especializada, modificar la organización de la común y establecer una mayor conexión entre una y otra.”

(VERDESIO, Emilio. Palabras de apertura del primer Congreso
americano de Enseñanza Especial. 13 de febrero de 1941)