La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) editó el libro "De la cuna a las aulas: desarrollo infantil, alerta temprana y trayectoria escolar". El trabajo reúne evidencia cuantitativa y cualitativa acerca de la relación entre la identificación de rezago en los aprendizajes en etapas tempranas, y su correlato en las trayectorias educativas posteriores.
El trabajo estuvo a cargo de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República, junto a la División de Investigación, Evaluación y Estadística (DIEE) de la ANEP, y contó con el apoyo del Fondo María Viñas 2019 de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).
El investigador responsable del estudio fue Santiago Cardozo, mientras que el corresponsable fue Adrián Silveira. Asimismo, el equipo de trabajo estuvo integrado por Tania Biramontes, Tabaré Fernández, Bruno Fonseca, Andrés Peri y Gabriela Salsamendi también de la DIEE.
Este estudio se apoyó en el seguimiento intensivo de una misma cohorte de alumnos que culminaron la Educación Inicial en escuelas y jardines de la ANEP en el año 2016, y debían egresar de sexto de primaria en 2022. Además de ser la primera generación de escolares uruguayos que participó masivamente en la Evaluación Infantil Temprana (EIT), no hay nada que distinga particularmente a esta cohorte de las generaciones de escolares que la precedieron ni de las siguientes.
El equipo focalizó su trabajo en las trayectorias de estos alumnos como muestra de prueba para valorar la capacidad de predecir trayectorias escolares problemáticas. Además, se nutrió de entrevistas realizadas a maestros y tomadores de decisiones dentro de los centros educativos.
La investigación tuvo como propósito contribuir a la definición e implementación de un sistema de alertas tempranas, articuladas en una estrategia institucional de identificación e intervención oportuna a nivel de las escuelas.
Santiago Cardozo indicó que el libro “representa una elección por una manera específica de desarrollar nuestra profesión, tratando de articular lo mejor de la academia con un sentido de la investigación que requiere implicarse, discutir y disentir la mayoría de las veces con otros profesionales que tienen otros saberes y que desarrollan a diario la educación”.
Además, explicó que el trabajo surgió a partir de la constatación de que un porcentaje “sustantivo y persistente” de niños culminan Primaria en situación de extraedad, con rezago en sus aprendizajes o en ambas situaciones. “Cuando el niño egresa de Primaria con rezago, con menores aprendizajes de lo previsto, ¿algo pasó antes que no pudimos solucionar? ¿Hay algo para revisar en el proceso anterior?”, se preguntó.
“Al mismo tiempo eso es un anticipo de dificultades que van a venir”, afirmó.
En este sentido, destacó que las oportunidades y los riesgos para el desarrollo del niño y para su escolarización comienzan a definirse tempranamente en el ciclo de vida antes de esta etapa. Asimismo, los logros alcanzados en cada fase son las palancas que movilizan y sobre las que se apoyan los siguientes logros más complejos. Por ello, una identificación e intervención temprana es decisiva.
El investigador inquirió si es posible identificar previamente a los niños bajo sospecha de riesgo escolar y actuar en consecuencia. “Suponiendo que podamos identificar con anticipación que seguirán trayectorias problemáticas, ¿qué condiciones y tensiones existen en las escuelas para poder desplegar un sistema de alertas?”, reflexionó.
Identificación temprana
Cardozo hizo hincapié en que la identificación temprana es crítica para definir e implementar apoyos oportunos, antes que las dificultades se manifiesten. Como ejemplo se refirió a las estrategias desplegadas para atraer a los estudiantes de Educación Media que abandonan el sistema, asegurando que sería mucho más eficaz actuar en las primeras etapas formativas a partir de las alertas, que constituyen fuertes indicios de dificultades educativas en el futuro.
“Las habilidades cognitivas, sociales, motrices de los niños de inicial son críticas para su tránsito a Primaria y durante su escolarización posterior. Constatar rezagos en estas áreas en niños de inicial es un insumo clave para la activación de alertas tempranas”, precisó.
Si bien las alertas tempranas son indicadores potentes, explicó que estos avisos deben ser comunicables a docentes, familias y equipo no docente y sobre todo creíbles, ya que tienen que estar asociadas a un monitoreo de respuestas posteriores.
Conclusiones del estudio
Los resultados de la trayectoria escolar analizados dan cuenta que los rezagos leves o severos vinculados al desarrollo infantil se incrementan significativamente entre los varones y entre los de menor edad relativa de la generación escolar, entre los hijos de madres menos educadas y en los hogares económicamente más vulnerables, y entre los niños que presentan factores de riesgo asociados al embarazo, la gestación y el parto, específicamente ante situaciones de captación tardía del embarazo, número insuficiente de controles prenatales, embarazo adolescente, bajo peso al nacer, parto prematuro y ausencia del padre en el hogar.
Por otro lado, los investigadores afirman que los diversos sistemas o herramientas de información utilizados para el seguimiento de las trayectorias de los alumnos coexisten, a veces de forma superpuesta, con poca interacción entre sí y con altos niveles de rutinización. “Esto supone serias limitaciones en términos del acopio y la transmisión de la información sobre la trayectoria del estudiante a lo largo del tiempo, situación que se agrava especialmente en el caso de los traslados de escuela, donde además se pierde la posibilidad de apelar a la comunicación interpersonal de carácter informal”.
También constataron que salvo excepciones, la mayoría de las herramientas utilizadas para evaluar el desarrollo de los niños y niñas, si bien son utilizadas rigurosamente, son percibidas por los docentes como obligaciones administrativas, lo cual hace que sean menos tomadas en cuenta.